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XXV CONCURSO DE SOLUCIONES CONSTRUCTIVAS PLADUR®

Centro de Interpretación de la Naturaleza e Investigación Hortofrutícola en Cabo de Gata

Equipo:
Raquel Abad
Adrián Bes
Silvia Celorrio
Guillermo Monge

Actuar en un edificio con las características del Cortijo del Fraile exige conocer la ruina y tomar una postura frente a ella. El clima predominante de calor invita a pensar en soluciones que combatan el sobrecalentamiento de manera pasiva. De este modo, el proyecto parte de la interpretación de los patios interiores y volúmenes cerrados del Cortijo, generándose un juego en el que las masas configuran un vacío que fluye, se organiza y conecta siempre con el exterior gracias a los nuevos patios. Estos últimos intensifican la relación con la naturaleza del entorno de trabajo, iluminando naturakmente y permitendo el flujo de aire y de tránsito.

El sistema pladur es protagonista al regular las intensidades de estos y variar la relación de los espacios con el exterior: introducen los huertos en los talleres haciendo de todo el centro un solo espacio.

Todo este espacio queda protegido por una cubierta uniforme de hormigón blanco, color predominante en la región de levante, que no llega a contactar con la preexistencia.En ella se perforan grandes superficies que configuran los patios y, por otro lado, pequeñas líneas a modo de lucernarios, importantes por su función sostenible, y que mediante su linealidad evocan los huertos del entorno del campo de Níjar y del Cortijo.

METODO DE CLIMATIZACIÓN PASIVA

El juego de patios que se implantan dentro del conjunto preexistente del cortijo permite crear una relación exterior-interior que mediante un sistema de filtros tamizan la luz atendiendo a las orientaciones de sus fachadas, protección de la radiación solar, ventilación pasiva del interior y privacidad entre estos dos espacios.

Estos filtros se consiguen mediante el sistema Pladur, que permite crear una celosía de lamas verticales de yeso y una estructura ligera de perfiles de acero galvanizado del mismo fabricante.

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sede para la Fundación canal imperial

Pabellón junto a las esclusas de San Carlos
Zaragoza

En el barrio de Casa Blanca en Zaragoza se encuentra uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: las esclusas de San Carlos. Su construcción se realizó con motivo de la creación del Canal Imperial de Aragón a finales del s. XVIII, obra hidráulica impulsada por Carlos I para la transformación de campos de secano en regadío, así como para el transporte de viajeros y mercancía, principalmente agraria, a través de la navegación.

En 1786 se inauguró el Puerto de Casablanca, que incluía dos esclusas para el paso de barcos y un molino de harina, emplazamiento objeto de este trabajo. Las esclusas se construyeron debido a la necesidad de salvar el desnivel que se produce precisamente en este entorno. En la actualizad han perdido su uso, pero se encuentran en buen estado de conservación, constituyendo una de las más valiosas muestras de la arquitectura hidráulica de la época ilustrada.

Las referencias a la ingeniería que inundan el lugar serán las pistas que enfoquen la concepción del proyecto. Tomando como referencia las preexistencias que aportan la riqueza histórica del entorno, el proyecto se desarrolla creando una continuidad entre dichos elementos, estableciendo así la relación entre lo preexistente y lo nuevo.

Se toma como partida el estado inicial del puerto de Casa Blanca, sacando de nuevo a la luz el antiguo muro que en la actualidad está enterrado. Su línea creará un nuevo paseo sobre el que dará fachada uno de los volúmenes que conforman el edificio. La isla que forman las esclusas será ocupada por un nuevo volumen, que estará comunicado con el primero a través de un puente, que tomará la parte activa en el funcionamiento del proyecto, a través de los recorridos. Esta configuración crea una relación lineal de los elementos preexistentes: muro del puerto, Casa Blanca, exclusas y puente; que los usuarios experimentarán a lo largo de su visita a la Fundación.

Un nuevo lenguaje arquitectónico, en consonancia con lo industrial, convive con los alardes constructivos que habitan en el entorno del parque de los Incrédulos.